domingo, 3 de octubre de 2010

Carta a un mal amor (composición)

Sé que sabes que sigues ocupando gran parte de mis pensamientos, sabes que de entre mil cosas sobre las cuales hablar, escojo hablar de lo que representas en mi vida, no importa si hablo del amor que me profesas o del desprecio del cual me haces preso y víctima. Sabes que odio ser victimizado, y por eso te empeñas en empañar mi sonrisa con tu carcajada burlona.
Dices cosas entre dientes cuando yo hago un comentario, ¿a quién le hablas entre dientes? ¿A mí o a ti mismo? ¿Y qué es lo que dices? No es que la duda me consuma, simplemente es un deseo de saber. Sinceramente lastimas con las cosas que haces o dices.
Bien sabes que siento que se me está acabando en ingenio para hacer una nueva canción, y te aprovechas aún más para hacer que te escriba algo otra vez, pero ¿qué mas podría decir? Ya todo lo que siento y pienso por ti y de ti ya te lo he dicho, te lo he escrito, te lo he cantando. ¿Lo sabes, no? ¿Por eso abusas, verdad? Porque sabes que aunque tires mi dignidad al fango y te pares sobre ella y la pisotees te voy a seguir amando y entregándote una nueva poesía, una con más esfuerzo que la anterior, porque entre más hago más estoy exprimiendo mi cerebro, ¿y para qué? Para que la tires a la basura aún sin ni siquiera escucharla.
Quisiera saber por qué todo cambió; recuerdo cuando nos conocimos, ¿tú no? ¡Esos sí eran días felices! Cualquier tontería que saliera de mi boca te mataba de risa. Pero ese es un recuerdo pantanoso, tu risa se fue apagando poquito a poco, y cuando me di cuenta tu mirada se distraía con alguien más, alguien que me llevaba considerable ventaja al tener más consistencia que yo, alguien que no sabe caer en modos monótonos y rutinarios. Quién sabe si ese talento se adquiere con el tiempo o se nace con él, pero mientras mis sollozos rompen el silencio de esta habitación con las malditas paredes blancas, esa estúpida cama que a menudo cambio de lugar junto con el perchero y ese tonto ropero viejo que construyeron las manos temblorosas y cuarteadas de un hombre mediocre y alcohólico. Si ese hombre hubiese sabido qué tipo de perdedor sería el dueño de ese ropero, no lo habría construido, al menos eso siento. Supongo que ese tipo debe ser más feliz que el imbécil que te está escribiendo esto, supongo que aunque esté podrido en su mediocridad aprendió a ser feliz con lo que tiene.
Me da miedo apagar la luz de mi cuarto, pero no le temo a la oscuridad ni a la voz que siempre oigo, sino al recuerdo de la noche en que me entregué a ti, la noche en que fue mi primera vez, ¿la primera vez que lo hacía? No, la primera vez que hice el amor. Sé que a ti sólo te pareció una simple noche en que por culpa del alcohol cometiste el error de acostarte conmigo, pero para mí fue mágico sentir toda tu piel desnuda con mis manos y mi boca, fue dulce buscar a tientas tu boca y besarla, fue hermoso ver con los dedos en lugar de los ojos porque la oscuridad era tan intensa que lo único que me quedaba era imaginar tu piel desnuda. Me juraste que me querías y tus manos se encontraron con las mías, y hoy de ese juramento no quedan ni las cenizas, ¿por qué me mentiste? ¿Por qué hiciste que te amara? ¿Por qué si tus intenciones no fueron ni siquiera tenerme como amigo? ¿Por qué me hiciste el amor?
Hoy todo lo que digo son sólo cuitas y lamento, si algo como una frase amable sale de mí, ten por seguro que es falso. Lo siento por los que me tienen que soportar, porque en mi afán de esconder una lágrima, me vuelvo inquieto y eufórico, bromista e insoportablemente parlanchín, pero eso sólo es una máscara.
http://sergiohdez90.blogdiario.com/img/firma.png

No hay comentarios:

Publicar un comentario